Desde Phi Phi, salimos para el continente, aunque a medida que el barco se acerca a Railay nos damos cuenta que aquello parece más bien otra isla.
Envueltas entre moles rocosas, cuatro playas, aisladas por montañas del resto de tierra firme, rodean esta especie de península llamada Railay.
Es un lugar ideal para los amantes de la escalada y hay un montón de cuevas que se esconden entre las inmensas formaciones cársticas. Las dos playas principales están bastante desarrolladas pero el ambiente es bastante curioso. Una mezcla de mochileros, escaladores y turistas de más nivel que llenan los 2 o 3 resorts de lujo.
Llegamos por la tarde y nos instalamos en un hotel con unas vistas increíbles a una inmensa pared de piedra caliza que se eleva poderosa unos cuantos cientos de metros sobre nuestras cabezas y que esconde una cueva situada justo detrás de la piscina del hotel. Esa noche nos permitimos el lujo de cenar en el restaurante más caro y más pijo del lugar para celebrar los 32 añazos de Pau a la luz de las velas y al arrullo de las olas.
La playa que nos queda cerca del hotel es muy bonita pero no es para bañarse. Apenas hay agua y el suelo es de piedras y fango.
A la mañana siguiente nos vamos directos a la que se supone es la playa más bonita de Railay, Hat Phra Nang.
Para llegar a Hat Phra Nang hay que pasar por un camino que pasa justo al lado de una espectacular formación caliza con pequeñas cuevas y estalactitas.
La playa está recogida entre rocas, una de las cuales esconde una gran cueva y unas estalactitas impresionantes que parece que vayan a caer al mar en cualquier momento aunque lleven ahí miles de años. El lugar es bastante espectacular, lástima que no seamos los únicos que pensamos igual. A partir de las 10 de la mañana, la playa se llena completamente de barcas y de gente ansiosa por encontrar un rincón de sombra donde extender su pareo. A la hora de comer más barcas de tour llenas de turistas nacionales y extranjeros, llenan la playa de gente comiendo y ruido.
Es tal el ajetreo y el ruido que decidimos irnos a la piscina del hotel, no sin antes comer unos deliciosos fideos cocinados en una de las barca-restaurante-chiringuito ambulantes amarradas a la playa. Se las apañan para hacer fideos y arroces fritos, pescado o carne a la brasa, batidos y postres, y tienen bebidas frías de todo tipo, son unos auténticos fenómenos.
Después de un baño refrescante en la piscina atravesamos el bosque y un tramo de montaña y llegamos a la playa que nos quedaba por ver de Raylay.
En esta zona es donde se encuentran casi todos los alojamientos para mochileros y escaladores y el ambiente es bastante distinto al de nuestra parte de “isla”. La playa, encerrada entre formaciones rocosas impresionantes, es preciosa. Está menos desarrollada y es mucho más tranquila que las otras. Las playas de Raylay no son de arena blanca y agua turquesa, pero las impresionantes moles de roca que las rodean hacen que para algunos puedan resultar incluso más bonitas que la típica playa de postal. Cuando nosotros llegamos la marea está muy baja y el agua está muy lejos, así que decidimos volver al día siguiente por la mañana.
Encontramos un paso, entre las rocas y el mar, que por la tarde permite llegar a las otras playas sin tener que caminar 45 minutos por la montaña.
Nuestro último día en Raylay volvemos a esta playa y la disfrutamos unas cuantas horas, comemos allí y cuando el sol baja un poco volvemos al hotel y descansamos. Mañana salimos para Kao Sok, un parque natural, para andar por la montaña y bañarse en cascadas para variar un poquito.
Kao Sok no es el mejor sitio del mundo para ver animales, pero es buen sitio para caminar solo durante horas y llegar a cascadas y piscinas naturales y pasar unas horas completamente solo.
Los caminos siguen los cursos de pequeños ríos que serpentean entre montañas, bosques y bambú. En el camino encontramos esta señal y no le damos demasiada credibilidad, parece puesta allí para excitar la imaginación de los turistas pero al poco rato encontramos restos de elefantes y unas cuantas plantas de bambú destrozadas.
Seguimos camino y oímos el ruido de un elefante. Bajamos al río y lo cruzamos en silencio. Volvemos a oír árboles moviéndose y bambú rompiéndose cerca de nosotros. Nos acercamos pero es imposible, después de media hora entre la selva, sin camino y con mucha pendiente no rendimos. Os juramos que ahí había elefantes salvajes pero increíblemente desaparecen sin hacer ruido por sitios que un humano a penas puede caminar. Para un bicho de un par de toneladas, no está nada mal.
Seguimos caminando y llegamos a una cascada y nos bañamos un rato antes de comer, hechar una siesta y volver al hotel.
A la mañana siguiente andamos unas 3 horas hasta llegar a otra cascada. El camino es más bonito, también nos parece oír elefantes pero no los perseguimos. En cambio desde lejos vemos otro animal impresionante, un varano de dos metros que nada en el río tranquilamente. Después de ver esto nos va a costar bañarnos.
Otra vez comemos, dormimos una siesta y nos bañamos solos durante más de dos horas.
A la vuelta decidimos caminar por el río en lugar de por el sendero y de camino nos topamos con una garganta del río que solo se puede pasar nadando.
Como no sabemos donde queda el camino y no queremos desandar todo lo andado pasamos nadando con la mochila en el aire intentando que no se moje la cámara. Lo conseguimos con bastante esfuerzo y seguimos andando río abajo.
Encontramos a un guía con dos turistas y nos indican el camino a otra cascada, así que nos desviamos un kilómetro caminando por otro río más seco y estrecho hasta una pequeña cascada.
Volvemos a casa destrozados y satisfechos.
Por la mañana otra vez a hacer maletas, esta vez vamos hacia la otra costa, la del Golfo de Tailandia, a la isla de Ko Tao.
Esta es la isla más “tranquila” de esta parte de la costa. Cerca están las más turísticas Ko Samui y la fiestera Ko Pha Ngan. Aquí la mayoría de gente viene a hacer submarinismo, es uno de los lugares más baratos del mundo, así que Pau aprovecha para hacer un curso de submarinismo mientras Mónica se relaja y lee en la playa de enfrente de nuestro hotel.
La isla también tiene montaña y seguro que algunas caminatas y puntos de vista bonitos, pero no le sacamos demasiado partido y nos vamos en cuanto Pau ha terminado su curso y hecho un par de inmersiones más y Mónica ya está empezando a leer las etiquetas del champú.
El barco que nos lleva de nuevo al continente viene de Ko Pha Ngan y va lleno de adolescentes resacosos después de la última “full moon party” de ayer.
Por un momento nos alegramos de tener ya una edad.
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After a few days in the Phi Phi islands, we move on to Railay, which is a beach settled in the mainland but because its intricate mountain formations, Railay becomes a hidden place and its beaches and villages are just reachable by boat. So most of the time you feel like being on an island as the atmosphere is exactly the same.
We spend a couple of days there exploring the 4 different beaches of the place. The first day we go to the beach which is supposed to be the nicer one. It is a really fascinating place as there is that beach just locked between high mountains that at the same time become caves with huge stalactites hanging down. It is an impressive beach although the water here is not turquoise. The main problem is that we are not the only ones who think this way about that beach, so after 10 o’clock the beach starts to get busy and a few hours later it is completely packed. We decide to go to the hotel and have a swim in the pool instead, not before having lunch in the beach in one of these boats-restaurants.
There are also 3 more beaches in Railay and each of them has something special and different. There are also a lot of people who come here to do rock climbing as the spot is perfect for that.
After that we go to Kao Sok National Park. We spend here just a couple of days walking through the trails and paths that lead to waterfalls and lagoons. We are aware that there are wild elephants around the park but even though we listen to them for a couple of times, when we try to find them it’s impossible, they move so fast!
From Kao Sok we take a bus and then a boat to our last island in Thailand which is Ko Tao. This island is very famous for divers as is very cheap and apparently is one of the best places in the world to get an open water certification course. So that’s exactly the reason we are here as Pau wants to do that 4 days course to get the PADI certification. Meanwhile, I take long walks trough the island, read a lot and have a lot of sunbath.
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09 d’abril 2010
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Hola Moni y Pau:
ResponEliminaMaravillosa las fotos y vuestro relato ¡ qué envidia, quién estuviera allí!
Veo que Tailandia no solo tiene esas maravillosas playas, también se puede hacer un excitante recorrido por su selva entre varanos y elefantes salvajes.
Que siga feliz vuestra aventura.
Un abrazo
La Vuelta al Mundo de Asun y Ricardo
Kines fotos!!!
ResponEliminaSin oir el ruido ni ver el ajetreo, acojonante Hat Phra Nang!!! Menudo festival de playa!!
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