DÍA 1 Mediodía.
Dejamos nuestras maletas y las provisiones. Preparamos fideos chinos instantáneos y nos disponemos a caminar por primera vez por uno de los senderos del parque natural.
Aquí se pueden ver Tapires y otros grandes roedores, ciervos, monos, serpientes, gran variedad de pájaros y la estrella de la reserva, el jaguar junto con otros muchos felinos como el puma, el ocelote o el margay.
Para empezar nos recomiendan el sendero que lleva al río, por el que puedes bajar con un neumático hasta otro sendero que te lleva otra vez al centro de visitantes donde están los dormitorios.
El encargado del parque nos comenta que si el agua está turbia no podemos bajar por el río y tendremos que dar la vuelta. Después de caminar más de media hora con el neumático al cuello llegamos al río, el agua es de color marrón así que volvemos sobre nuestros pasos y nos disponemos a hacer otro sendero a ver si conseguimos ver algún animal. Cogemos el sendero de la Cascada de Bluff, donde nos podremos bañar, para después subir una montaña desde la que se domina todo el parque natural.
DÍA 1 Tarde.
El camino de la cascada ya es otra cosa. Caminamos solos casi una hora por la selva despacio y en silencio. La sensación es genial, los sonidos y los olores son impresionantes pero no conseguimos ver ningún animal. La cascada no es tan impresionante como nos la habían descrito y el agua es más bien oscura por las lluvias recientes, por lo menos está bien fría y nos refrescamos después de la caminata.
Subimos a la montaña, es un camino corto pero muy empinado, llegamos bastante cansados pero la vista desde arriba merece la pena. Frente a nosotros y cubierto de nubes se alza el Victoria Peak, la segunda montaña más alta del país y extendiéndose a sus pies todo el parque nacional.
Empezamos el descenso, ya falta poco para que oscurezca y esta empezando a llover así que apretamos el paso. Por fin un animal, un buitre enorme nos sobrevuela a poca distancia, que majete… estamos cansados pero no tanto.
Bajamos la montaña y volvemos a entrar en la jungla, de pronto los ojos nos empiezan a hacer chiribitas, nos miramos -¿Tu también lo ves? Joder si que estamos cansados.- Al poco rato nos damos cuenta de que no es el cansancio, son luciérnagas que chisporrotean entre los árboles. Empieza a llover de verdad pero la vegetación es tan densa que apenas nos mojamos. Casi llegando al final vemos un pájaro enorme con una papada roja posado en un árbol cerca de nosotros, es un pavo salvaje, enseguida se asusta y sale volando El paaavo….
Llegamos a “casa” cuando empieza a oscurecer, estamos hechos polvo por el viaje y la caminata, el cielo empieza a llenarse de insectos voladores y cuando llegamos al dormitorio vemos esto.
Es el techo de nuestro dormitorio donde hay un espacio sin mosquitera así que los bichitos están por todas partes. Son unos bichos que salen a millones al atardecer, con las primeras lluvias de la estación húmeda para reproducirse en el aire. Después se desprenden de sus alas para volver al suelo en busca de comida. Nuestras camas están llenas de alas y el suelo repleto de bichitos moviéndose por todas partes. Por lo menos los bichos de las 6 de la tarde no pican. Al cabo de un par de horas desaparecen casi por completo, solo quedan algunos en el suelo y millones de alas por todas partes.
Intentamos cocinar algo con toda la cocina recubierta de alas y comemos deprisa para que nos de tiempo a hacer una caminata nocturna. Junto con el amanecer es la mejor hora para ver animales, así que aunque estamos hechos polvo recorremos un sendero circular de un par de horas a paso lento y en silencio solos con nuestras linternas, con bastante emoción y un pelín de cague.
El sendero esta cubierto de gotas de lluvia que brillan con nuestra luz, los sonidos son espectaculares y de vez en cuando vemos los ojos brillantes de algún insecto que cruza el camino o de alguna mariposa posada en alguna hoja.
A parte de insectos solo conseguimos ver un animal que no identificamos que nos mira desde una rama de un árbol. Ver unos ojos brillantes que te miran desde arriba es una sensación bastante impresionante si cualquiera de los dos fuésemos solos saldríamos corriendo en dirección a “casa”.
A pesar de no ver ningún animal la caminata nocturna es toda una experiencia. Mañana nos levantaremos pronto para intentar ver algún animal a ver si hay suerte y aparece el jaguar.
DÍA 2 Mañana.
Nos despertamos a las 5 después de dormir mal y a ratitos. Nos pica todo el cuerpo y todavía estamos bastante cansados del día anterior. Ha llovido toda la noche y ahora lo hace con todavía más fuerza, el ruido de la lluvia sobre el techo metálico es ensordecedor y no nos ha dejado dormir demasiado, por si fuera poco uno de nuestros compañeros de dormitorio ronca como un cerdo de 150 quilos y no ha parado en toda la noche. Decidimos dormir un poco más a ver si deja de llover. Hacia las 7 ya no llueve.
Decidimos salir. Emprendemos otro sendero circular de unas tres horas. Seguro que hoy hay más suerte y vemos algo. Ojala al puñetero jaguar le apetezca darse una vuelta por aquí aunque nos conformaríamos con algún tapir, un mono o un ciervo.
Empezamos a andar por uno de los senderos más largos del parque natural en silencio y con los ojos y las orejas bien abiertos. Al poco rato empieza a llover, llevamos chubasquero y dentro de la selva el agua apenas llega al suelo. De momento hoy tampoco hay suerte.
Llueve cada vez con más fuerza y la teoría de que dentro de la selva no te mojas empieza a fallar. Después de casi una hora de camino empieza a llover de verdad, se oyen truenos sin parar y el ruido de las gotas apenas nos deja oír lo que dice el otro. Seguimos andando sin demasiadas esperanzas de ver nada solo intentando disfrutar un poco de la aventura.
Esto es el diluvio universal, el ruido es ensordecedor y el camino parece más un río que un sendero, de cintura para abajo estamos totalmente calados. Si hay algún animal por ahí seguro que está bien escondido intentando no ahogarse. Apretamos el paso para llegar al dormitorio cuanto antes pero todavía nos queda un buen trecho. De pronto la cosa se pone todavía más interesante: me estoy cagando. Se lo digo a Moni que me mira con cara de “si hombre y que más” El café soluble con leche en polvo del desayuno empieza a hacer de las suyas y no puedo más. Así bajo el diluvio universal me dispongo a hacer mi pequeña, mejor dicho mi gran contribución a la riqueza de este maravilloso ecosistema. Por lo menos las hojas mojadas son de una suavidad excelsa comparadas con el papel de lija de la mayoría de lavabos del país.
Cuando estamos a punto de llegar deja de llover. Es un descanso después de tres horas de ruido ensordecedor, ahora solo se oye el frrsssttt de cada paso que damos con los calcetines y las botas empapados. De pronto en medio del camino una piedra empieza a moverse. –¡Coño una tortuga! Al menos no podemos decir que no hemos visto ningún animal.
DÍA 2 Tarde.
Llegamos al dormitorio hechos polvo. Escurrimos la ropa y la dejamos tendida en la habitación sin ninguna esperanza de que se seque. Las súper botas impermeables de montañero están más mojadas que la lengua de un rape. Me cago en la madre que parió al inventor del Gore-Tex. Descansamos un poco y comemos. Intentaremos salir por última vez esta tarde a ver si por fin podemos ver algún jodido bicho.
Parece que no va a llover, metemos nuestros pies secos con calcetines limpios dentro de las botas absolutamente empapadas y con más moral que el Alcoyano volvemos al mapa de la entrada a ver que camino podemos hacer. El encargado nos recomienda el camino a una segunda cascada que según él es –maravillosa es de agua azul cristalina. El camino es un poquito empinado pero no es muy difícil. Primero se llega a un mirador desde el que la vista es espectacular y muchas veces por ahí anda el jaguar, en una horita llegáis- No nos creemos nada pero estamos dispuestos a intentarlo por última vez. También nos comenta que los días de lluvia es difícil ver algún animal. –No jodas, vols dir?- Dice que la temporada de lluvias se ha avanzado unas semanas pero que esta tarde ya no va a llover y es posible que los animales salgan a buscar comida después de tanta lluvia. Frrssst,frrssst,frrsssst… volvemos a andar despacito y en silencio a ver si algún bicho caritativo le da la gana de aparecer o más bien de aparecerse porque a estas alturas solo nos queda el milagro.
Como no podía ser de otra manera durante la subida al mirador no vemos ni un puñetero animal. La subida no solo es dura de cojones, además es súper resbaladiza, menos mal que después de lo de esta mañana ya somos expertos en andar sobre el barro y no nos caemos. Incluso nos echamos unas risas de esas de cansancio y de tontería, cuando el otro empieza a hacer aspavientos intentando recuperar el equilibrio. Llegamos al mirador que es otra señora montaña desde la que vemos exactamente la misma vista que en el sendero del día anterior. Llevamos más de una hora y media andando, estamos hechos polvo y todavía nos queda un trocito hasta la cascada y volver por donde hemos venido, además son casi las 5 y pronto anochecerá.
Después del mirador seguimos por el sendero y de pronto aparece un cartel: A la cascada 30 minutos. Me cago en la madre que parió al encargado. En “una horita” no llega a la cascada ni el puto Tarzán de los Monos volando de liana en liana.
Más que cabrearnos nos entra la risa floja y empezamos a bajar por un sendero estrechísimo y súper resbaladizo con un precipicio al lado.
Nos lo tomamos con calma. A medio camino una barandilla de madera facilita la bajada. Después de un rato cuando ya casi llegamos a la cascada vemos un cartel No apoyarse en la barandilla, no es segura. ¡¿Comooooo?! Nos vuelve a entrar la risa tonta hasta que nos damos cuenta de que tendremos que subir otra vez todo lo que hemos bajado.
Por fin llegamos a la cascada. El agua es más bien tirando a negra pero después del caminito nos hubiéramos bañado incluso sin agua. Está fría y sienta más que bien. Encontramos un neumático y al intentar subirme encima me tuerzo el meñique. Tiene su gracia que después del caminito infernal me haga daño al intentar subirme a un puñetero flotador. Moni se sube como si nada y navega por el laguito la mar de divina.
Nos vestimos a toda prisa ya que enseguida empezará a oscurecer. El camino es largo y peligroso así que nos lo tomamos con calma, además llevamos una linterna así que no tenemos prisa. En el camino de vuelta, como no, ni rastro de ningún puñetero animal. Cuando ya estamos llegando al centro de visitantes donde están los dormitorios de pronto se produce el milagro. Un enorme jaguar tan cerca de nosotros que por poco morimos devorados bajo sus tremendas fauces. Terror, pavor, ríos de adrenalina. Para ver la tremenda imagen que nos conmocionó y que jamás olvidaremos pincha aquí.
http://picasaweb.google.com/monicafarguell/Jaguar#5338795253023537394
Conseguimos preparar la cena con las últimas energías que nos quedan y nos vamos a nuestra cama llena de alitas de bichos de las 6 completamente destrozados. Gregorio nuestro taxista nos recogerá mañana a las ocho –Moni, ens llevem a les 5 per veure animals no?- Recibo un tremendo cojinazo en la cara, ni siquiera nos quedan fuerzas para reírnos.
Gregorio llega a las siete y media. Todavía no hemos hecho la maleta. Recogemos nuestra ropa todavía más mojada que el día anterior y nos llevamos de regalo algunas docenas de alitas entre la ropa, los sacos y en el pelo. Nos calzamos las botas frrssst,frrssst, frrssst… y subimos al coche. En el corto camino de regreso al pueblo nos encontramos de frente, en medio del camino a una cierva con su cervatillo que nos miran extrañados. Paramos el coche y nos quedamos unos instantes disfrutando del único animal como Dios manda que hemos visto después de dos días de mierda caminando por la puñetera selva. No podía ser de otra manera, tenían que estar exactamente en medio del camino justo en el preciso momento en que nos vamos. ¡Me cago en la madre que parió a Bambi!
23 de maig 2009
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Estimat Pauet, decididamente la selva no te ha sentado bien, eras más poético escribiendo antes, pero el ejercicio y tu "aportación" a la jungla si han sido beneficiosos has dejado unos cuantos kilitos por los senderos, lo cual te sienta muy bien. La aventura ha sido chula, os llevais un montón de sensaciones irrepetibles a pesar de no haber podido visionar al jaguar, pero siempre os quedará el zoo de Barcelona. Besitos
ResponEliminaHola!
ResponEliminaAcabem de rebre la vostra trucada i hem decidit fer-nos unes fotos perquè veieu l'impacte que ha creat el relat del "Pau i la Moni a la selva". A l'avi li han encantat les experssions tals com "jodidos animales" o similars. LA contribució del Pau l'ecosistema de la selva és impagable. Bé, anem seguint les vostres aventures i consultem el blog diàriament. Bé, us enviem unes fotos a través del mail. Fins aviat i records de tots (els avis, la mare, el Joaneda, el David i jo). Apa, molts records i fins ben aviat! Petonets!
Impagable la foto del careto de la Moni tota mullada al mig de la selva!!!Estic enganxat als vostres relats. Son un matxambrat De La Cuadra Salcedo-Arturo Pérez Reverte acollonant...tot i que sembla que ara ha entrat el Don Camilo que portes dins!!!! Un petonàs!
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