19 de juliol 2009

Esto no es el paraíso

Nueva Armenia es un pequeño pueblo garífuna de la costa del caribe, rodeado de pequeños ríos y enormes plantaciones de palma africana. A partir de las 5 de la tarde todo el mundo está en la calle, charlando, jugando o paseando y todos te saludan al pasar. Nos alojamos en el hotel más barato que es parte de la discoteca del pueblo. Encima de la cama hay unos cuantos condones y carteles escritos por Chichi, la dueña del negocio, obligándote a usarlos siempre. Sí, el hotel también sirve como lo que estáis pensando pero es limpio y acogedor. Allí conocemos a Ayak, un francés de 24 años que quiere aprender a construir cayucos con un pescador local. A la mañana siguiente Mori nos viene a buscar para ir en su cayuco a Chachauate, uno de los Cayos Cochinos, el más habitado y uno de los más pequeños. Finalmente Ayak se nos une y subimos a la canoa con motor amarrada en el río. Para salir del río hay que bajarse del cayuco y empujar hasta salir al mar. La embarcación es muy inestable y durante el trayecto de unas dos horas nos mojamos completamente. Algunas olas parece que vayan a pasarnos por encima pero el pequeño cayuco siempre consigue sobrepasarlas sin demasiada dificultad. En el trayecto Mori aprovecha para pescar un par de bonitos pequeños. Chachauate es mucho más pequeño de lo que nos imaginábamos, apenas cien metros de largo por veinte de ancho. Sin embargo allí viven unas cien personas en unas treinta casas de madera y techos de palma. Debe ser el sitio con más densidad de población de Centroamérica. El agua es transparente, la gente encantadora y el viento mitiga el calor y aleja a los mosquitos. Un pequeño paraíso superpoblado.



Los Cayos Cochinos son 16 islas, la mayoría de las cuales son privadas y sólo dos de ellas tienen el tamaño suficiente para ser consideradas islas. En una de ellas es donde se grava el reality Supervivientes en su versión italiana y española. El resto son pequeños atolones de arena con cuatro palmeras y casi completamente deshabitadas, los dueños de las privadas sólo aparecen unas semanas al año. Sólo un extremo de la isla menor (la segunda de las dos grandes) y Chachauate están habitadas por pescadores garífunas que son los únicos que tienen permiso para pescar, con artes tradicionales, dentro del parque natural. Nos instalamos en casa de Mori. Lo primero que se nos pasa por la cabeza es que nos vamos a agobiar un poco en un sitio tan pequeño con tanta gente y sin nada que hacer. Después de la vuelta a la isla de rigor (unos tres minutos de paseo), nos vamos nadando al cayo de al lado a unos cien metros. El cayo es un poco más pequeño que Chachauate, es de arena blanca muy fina y está rodeado de corales. El vigilante, un sobrino del propietario, nos cuenta que es de un cubano de Miami que vendrá en un par de días. Tiene un par de casas de madera, unos cuantos cocoteros, unos pequeños titís correteando por los tejados que nos miran asustados y dos monos más grandes atados a un árbol con una cuerda. Dan una pena inmensa. Seguramente los sacaron de los bosques de una de las islas grandes y ahora sólo les queda mirar a lo lejos su casa y aburrirse hasta que se mueran. Uno de ellos, el más joven, viene hacia nosotros, nos mira y se dirige hacia Mónica que le tiende la mano, éste la agarra y se le sube encima como si fuera su madre enredándole la cola a la cintura y abrazándola con fuerza –Uy, ahora ya no se va a querer soltar- Nos dice el vigilante. La mirada del mono cuando, después de un rato, intentamos quitárselo de encima a Mónica es una de esas cosas que no se te olvidan en la vida. Un pequeño paraíso propiedad de un hijo de puta.



Le pedimos al vigilante si nos puede alojar allí un par de noches, hasta que venga el dueño, nos dice que le llamará y le preguntará cuando viene pero parece que no va a poder ser. Volvemos a Chachauate y buceamos alrededor de toda la isla. Los arrecifes de coral son muy bonitos pero no hay tanta cantidad ni diversidad de peces como en Roatán. Después charlamos un rato con Ayak y algunos vecinos, jugamos con los niños y empezamos a entender un poco de qué va el rollo Cayos Cochinos.




Preguntamos cuánto nos costaría dar un tour en cayuco a motor por los cayos, es un poco caro y no llevamos demasiado dinero encima. Ayak, que entre otras cosas es monitor de vela (cruzó el atlántico en velero para llegar hasta América), nos propone alquilar un cayuco a vela de los que usan para pescar. A la mañana siguiente salimos a recorrer los Cayos Cochinos con una canoa de madera con velas de plástico.



Después de remar un poco el viento llena la vela más cutre que jamás haya navegado en ningún mar, lago o charca y salimos con rumbo a la Isla Menor. Definitivamente el francés está loco y nosotros tal vez más pero tener la oportunidad de navegar en silencio por el caribe pasando junto a islitas desiertas con aguas turquesas es algo que no se puede dejar pasar. Llegamos a la isla después de unos 45 minutos y nos paramos en la primera playa. Al recoger la vela rompemos una parte de la botavara (el palo de debajo de la vela), menos mal que Ayak lleva un machete de un metro (ya os decimos que está como una chota) y con una cuerda que encontramos y un trozo de madera la reparamos. Bebemos el agua de un coco, nos lo comemos y buceamos por el arrecife de coral de la isla. Los corales aquí son todavía más espectaculares.





En la isla hay un par de hoteles y alguna casa junto a la playa. El interior es selvático y montañoso. Volvemos al barco y nos dirigimos a la playa más apartada de la isla, cuando a medio camino una lancha con dos militares se nos acerca y nos para.
Un guarda nos pregunta con quién hemos venido y si hemos pagado la entrada al parque, les decimos que no sabíamos nada y que no llevamos dinero. Nos dejan seguir diciéndonos que nosotros no tenemos culpa de nada pero que Mori debería habernos llevado a la Isla Mayor para que pagáramos la entrada y que van a sancionarle con tres meses de inactividad porque no es la primera vez que le advierten. Según el guarda el dinero de la entrada es para infraestructuras y mantenimiento del parque y también beneficia a los pescadores de Chachauate. Seguimos navegando y llegamos a una pequeña playa en el extremo de la Isla Menor. Aquí no hay ninguna casa ni rastro de actividad humana, sólo un cartel que prohíbe adentrarse en la selva, es propiedad privada. Buceamos, descansamos un rato y aparece Mori en su cayuco. Le contamos que los guardas del parque nos han hecho una visita. Nos cuenta que el dinero que recaudan no lo invierten en la comunidad y que ellos no están de acuerdo en que se les cobre a los turistas. Dice que los guardas no se atreven a ir a Chachauate y cobrar la entrada a los turistas porque allí todo el mundo está en contra de la gestión del parque.
Un pequeño paraíso con conflictos políticos.



Después de descansar un rato volvemos al mar para regresar a Chachauate, el viento cada vez es más fuerte y las olas pronto serán demasiado grandes para nuestra pequeña canoa. Volvemos pasando junto a otro pequeño cayo también privado. Decidimos llegar hasta él para comer algo y tumbarnos al sol. La playa es de una arena blanca finísima y el agua de color turquesa. Llegando a la playa tocamos los arrecifes de coral con el cayuco un par de veces, finalmente nos bajamos y llegamos nadando a la playa tirando del cayuco hasta la arena. Nada más llegar, el vigilante aparece de la nada y se dirige hacia nosotros. Nos dice que no podemos estar allí. Le pedimos que nos deje descansar un rato antes de volver a Chachahuate. A regañadientes nos concede unos minutos que aprovechamos para comer y descansar. El viento es bastante fuerte y el cayuco no es un velero como Dios manda así que hemos tenido que remar para contra restarlo. Al poco rato el vigilante vuelve para echarnos definitivamente y, con la comida todavía en la garganta, nos volvemos para Chachauate. Un pequeño paraíso privado vigilado por el hombre más solitario del mundo con miedo a perder su trabajo.





Nuestra aventura termina y para celebrarlo cenaremos juntos nuestra primera comida decente en dos días. No nos queda mucho dinero y el banco más cercano está demasiado lejos (en Nueva Armenia tampoco hay ninguno) así que decidimos volver al continente a la mañana siguiente.





La primera sensación de cuando llegamos al cayo se invierte completamente. Nos encantaría quedarnos más tiempo pero tenemos que continuar viaje. Mientras una vecina le llena a Mónica la cabeza de trencitas yo me siento en la playa a ver cómo el sol se esconde detrás de la isla mayor. Las últimas horas en Chachauate nos llenan de una nostalgia un poco ñoña pero casi placentera. Esto no es el paraíso pero a ratos se le parece tanto...







Nos vamos convencidos de que el paraíso no es un sitio. Las playas de arena blanca, las aguas del color del cielo y la vida de mil colores que esconden o los cocoteros mecidos por el viento a ritmo hipnótico de nana sólo son puertas que, cuando se abren, llevan al verdadero paraíso que es siempre nada más y nada menos que un estado mental.



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We got Nueva Armenia, the village where we have to take a boat next morning to get Cayos Cochinos. Cayos Cochinos are 16 little cays, which 2 of them are big enough to be called islands (in one of those they play a reality show for Spain and Italy called Survivals). Just two of them are inhabited and the other ones are private. We are going to Chachahuate, which is one of the two cays that are inhabited.
We get up next morning at 5:30, Mori, the guy who is taking us to the cays, is already waiting for us. A French guy that we met the night before in our hotel is joining us too. So the 3 of us plus Mori, walk until we get the river where the little boat is. My first impression is quite scary as the boat is very little one and Mori is also carrying a lot of stuff like wood and rice and cokes to take to the cays. Anyway, we got it and we start sailing on the sea after leaving the river. It’s a two hours trip that gets so long… as the waves are a bit brave and we get completely wet. What actually worry us is that we are taking all our stuff on the boat, laptop, video camera, photo camera, etc… and the bags are getting wet too. Finally we arrive to Chachahuate. It’s smaller than we expected, to walk around take just 3 minutes, and there are like 100 people living there in 30 wood houses. So it’s probably the place with more density of population in the whole Central America. Apart from that, is so beautiful, white sand, turquoise water, nice air that keep the mosquitoes away… and a very relaxed life.
After walking a round the cay, we swim to the next one which is just around 100 meters away. That one is private, and as soon as we get there we meet the guard. He’s just the guy in charged of taking care of the cay while the owner (who happens to be his uncle) is not there. He allows us to walk around the cay and we play with some monkeys they have got in captivity. One of those, as soon as sees me, takes my arm and climb to my chest to hug me. He puts his tale around my wriest and his arms around my back… so cute. Pau takes ages to take him off me and when he finally does, the monkey’s face is one of those you’ll never forget.
After that visit, we go back to Chachahuate and swim around the cay and make snorkel around the coral reef. It’s very nice here too but not nicer than the ones we saw in Roatán. In the afternoon, we talk with Ayack, the French guy, play with the children and just chill out and enjoy what is like to live in a little island like this one.
Next morning we ask for a cays tour but is quite expensive and we didn’t bring money enough. Ayack, gave us an idea, as he’s sailor trainer, he proposes us to hire a little boat and just do the tour by ourselves. We agree as the price for the renting is quite cheap sharing it with him. So we get into the boat and sail trough the turquoise water. It’s so nice, the only you can hear is the sea and some birds… just a slice of paradise.
We get one of the big islands and do some snorkel. The coral reef here is gorgeous and the marine live superb. After a while, we get into the boat again and go to another little private cay. As soon as we get there, the security guard comes and tells us we are not allowed to be there as this is a private cay. We ask him if we can just take a quick swim and relax a bit before we get into the boat again and he agrees. The water and the sand here are incredible; really, I’ve never seen something like this in my life. After 20 minutes the guard comes again to ask us off.
We get Chachahuate after that and spend the whole afternoon chilling around, enjoying the conversation and the sunset while I ask for a Caribbean hair change to one of the girls of the cay. Unfortunately, a few days later I have to take them off as they are too tide for me and a little bit uncomfortable when I sleep!
Next morning we leave Chachahuate realizing that even though this is not paradise in itself, you can feel it this way just enjoying the sand, the water, the fresh air, the live, the sunset, really paradise is just in our minds.


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4 comentaris:

  1. Guauuu!!! nois quina aventura, el frances estarà com un llum, pero vosaltres també esteu bojos, amb una embarcació tant precaria endintrarse al mar es un risc, pero no cal pensar, ha sortir tot bé que's el que conte. Estic molt orgullosa de com aprofiteu les vivències amb la gent que us aneu trobant al llarg del viatge i com ens trasmitiu tot el que viviu, jo fins i tot he vist els ulls tristos del mico, per cert, la Monica ens haurà d'explicar que va sentir quant la va abraçar un mico tant carinyós. Bé seguiu, disfrutant i fent-nos participes de tot el que viviu. Us enviu una pluja de petonts.
    Pau, contestam els emails per saber que fer amb el duplicat, MUUUUAAAA.

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  2. Anònim7/21/2009

    Hola Pau i Moni,

    Verdaderamente el paraiso es un estado mental... en el que os encontrais vosotros. Jajajajaja, no me imagino navegar con semejante esquife, y más con la camiseta del Barça... Vaya pelos Moni, pero una cosa es indudable, las sonrisas que teneis en las fotos. Un abrazote y a tope !!!

    Crack

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  3. ¡Sí Craaaack! Tienes toda la razón. Esperamos ser capaces de contagiaros algo de nuestras sonrisa y buen rollo.
    A lo de la camiseta del Barça tendrás que ir acostumbrandote porqué es la camiseta talismán de las aventuras. De hecho te reto a ver si consigues una foto más freakie con la camiseta del Madrí.
    En breve inauguraremos secciones con fotos freakies y demás, esperamos que os guste y que participéis comentándolas y votando la mejor foto de cada sección. Seguid atentos y ¡Al loro que no estamos tan maaal!
    Besssotes y abrasssotes desde el Caribe!

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  4. Dabba-doo8/02/2009

    Sois unos putos cracks!!!!
    Vaya aventurilla más currada. Me hubiera encantado estar ante el intento de soborno (sin pasta) al "vigilante" de la isla de los de Miami...qué bueno!!!Casi os deja sobar allí!!!
    Ah! Y ya tenemos frase lapidaria para los anales de la historia: EL PARAÍSO ES UN ESTADO MENTAL by Pau & Moni...Grandioso!!!!!!

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